La masiva influencia de las películas de suceso, las novelas de crímenes y las seríes televisivas han dotado a todos de un detective particular. Se tiene tal cualidad, que el famoso detective Sherlock Holmes no llegaría ni a la suela de los zapatos. Lo mismo deben de pensar miembros de la policía o de la prensa en general que, con tal de condenar, al primer indicio de sospecha se señala a un criminal.
El caso ocurrido en el barrio de Arona, al sur de la isla de Tenerife, con David P.V., deja en evidencia los procesos de acusación en España. El joven había sido señalado de maltratar sexualmente a Aitana, una niña de 3 años. La menor fallecida tenía síntomas de golpes, quemaduras e indicios de agresión sexual en su cuerpo tras el primer informe detallado, lo que llevó a la Guardia Civil a la detención del novio de la madre.
David P.V. arrrestado por la Guardia Civil (Foto del diario El País) |
Todo el mundo, incluido la prensa, acusó con el dedo, cual detective londinense al acertar el acertijo, y lo publicó en todos los medios de comunicación. En ese momento la presunción de inocencia era pisoteada. Así, al conocer tras la autopsia que la niña no tuvo ninguna agresión sexual antes de su muerte, todo quedó en evidencia. El presidente de la Asociación de la Prensa de Tenerife, Juan Galarza, salió a pedir disculpas y a pedir una reflexión sobre si “no estamos yendo más allá de lo lógico, lo razonable, lo socialmente responsable y lo legal”.
Ante todo esto, la crítica debe ser constructiva ante un error tan grave. Cuando ocurra un caso de estas características, los que nos dedicamos a esta profesión debemos anteponer la presunción de inocencia antes de contestar, a la pregunta de si alguien es culpable, con el típico ‘elemental mi querido Watson’.